“La duda, decía, liberará a los hombres. ¡La duda, no la
verdad!
Las creencias eran los fundamentos de las acciones. Los que
actuaban sin dudar, decía, actuaban sin pensar. Y los que actuaban sin pensar
eran esclavizados.
Eso era lo que hubiera dicho Achamian.
En una ocasión, después de escuchar cómo su querido hermano
mayor, Tirunmas, describía su angustioso peregrinaje a Tierra Santa, Proyas le
había dicho a Achamian que quería ser Caballero Shrial.
- ¿Por qué?- había exclamado el corpulento Maestro.
- ¡Para poder matar infieles en la frontera del Imperio!
Achamian alzó las manos hacia el cielo, consternado.
- ¡Niño idiota! ¿Cuántas fes hay? ¿cuántas creencias
compiten entre sí? ¿Y tú asesinarías a otro con la exigua esperanza de que la
tuya fuera la única?
- ¡Sí! ¡Tengo fe!
- Fe – repitió el Maestro, como si recordara el nombre de un
odiado enemigo- Pregúntate, Prosha… ¿y si la elección no es entre certidumbres,
entre esta fe y aquella, sino entre la fe y la duda? ¿Entre renunciar al
misterio y abrazarlo?”
-
Príncipe de Nada. R. Scott Baker –
Un hombre de fe nunca duda. Jamás.
Su convicción traspasa montañas. Sus creencias son verdades
universales incuestionables.
La verdad de un hombre de fe no acepta las pruebas, ni el
contraste. Es imperecedera, aunque no posea las características de la verdad. Un
hombre de fe es, por definición, intolerante.
Cuando un hombre de fe intenta razonar, su razonamiento
parte de la conclusión que desde un principio ha autoimpuesto como válida. La
conclusión nunca es un producto del razonamiento.
Los hechos que pueden cuestionar la fe de un hombre así no
se llegan a considerar, puesto que no son hechos, son mentiras. Los sentidos
engañan si muestran algo que su mente no acepta.
Aunque un hombre de fe pueda conocer las armas blancas,
nunca entenderá de
navajas de Ockham. Si la realidad no se amolda a su fe, se saltará
esa realidad o buscará un camino enrevesado que la rodee.
Un hombre de fe tiende a formar parte de ejércitos de
fanáticos. Porque la fe no exige esfuerzo. Es fácil de vender en paquetes
ligeros.
Los hombres de fe pueden llegar a cometer los actos más terribles, puesto que cualquier horror es pequeño si hay ausencia de dudas.
En algunas ocasiones, la posición de un hombre de fe
puede parecer una rebeldía romántica contra lo establecido. Pero un hombre de fe no se rebela para buscar contraste o explicaciones. Se rebela porque el contraste y las explicaciones no encajan con su fe.
Aunque religión y fe son conceptos distintos, ciertos
hombres de fe son religiosos. Otros son hinchas de un equipo de fútbol, o
seguidores de un partido político.
Los hombres de fe son constantes. Siempre
han acompañado a la humanidad a lo largo de la Historia.
Eran hombres de fe los que quemaron a Giordano Bruno. Fueron
hombres de fe los que asesinaron a Victor Jara.
Es un hombre de fe aquel que lanza un mechero a un árbitro por un fuera de juego.
Son hombres de fe los que ven ondear la bandera clavada en
la luna, los que piensan que Elvis nunca murió, que la CIA provocó el 11S…
Son hombres de fe los que leen La Razón pero nunca la usan.
Últimamente veo muchos hombres de fe.